Antaño el lobo de mar recibió visita del lobo de madriguera. Ambos se conocían ya de la escuela de lobos. Después de terminar la escuela el lobo de mar había salido para recorrer medio mundo, había superado muchas aventuras y al final había regresado rico de tesoros y de vivencias.
El lobo de madriguera se había quedado en su propia cueva. Había encontrado a una loba de madriguera y habían tenido pequeños lobos de madriguera. Mientras tanto tenían muchos nietos y bisnietos de lobo y todos se habían hecho verdaderos, buenos lobos de madriguera.
“A veces deseo poder recomenzar mi vida”, dijo el lobo de madriguera al lobo de mar.
“A mí me pasa lo mismo”, contestó este.
“Haría de otra manera muchas cosas”, dijo el lobo de madriguera.
“Sí, yo también”, contestó el lobo de mar.
“Sería marino”, soñó el lobo de madriguera.
“Yo me casaría”, suspiró el lobo de mar.
“Superaría aventuras”, declaró el lobo de madriguera.
“Engendraría hijos de lobo”, constató el lobo de mar.
“Yo sería un lobo rico. Habría hecho experiencias malas y lindas de las que podría contar”, se apasionó el lobo de madriguera.
“Tendría nietos y bisnietos que me quisieran y que cuidaran de mi cuando me pusiera viejo y enfermo”, sostuvo el lobo de mar.
“Y ahora estaría sentado contigo en esta guarida de lobo de mar”, continuó el lobo de madriguera.
“… y yo contigo …”, le interrumpió el lobo de mar.
El lobo de madriguera confirmó: ”Y entonces me dirías ahora: ’A veces desearía que pudiera volver a vivir otra vez.’ Y yo contestaría: ‘Sí, a mi me pasa lo mismo’.”
(Por Stefan Hammel, traducción: Bettina Betz)